
“Usted es un tipo sin aspiraciones, no le veo futuro en este negocio de la radio”
Ese comentario me lo hizo un colega de radio por allá cuando apenas comenzaba 1990, yo estaba sentado en la cabina alterna de la emisora en la que trabajé en esa temporada, tenía 23 años, apenas comenzaba.
Pero como todo en la vida, hay un porque, un origen, una situación que fue la que desencadenó en ese comentario, que me lo dijo parado detrás de mí, tomándome fraternalmente por los hombros, mientras yo estaba contestando el teléfono, recibiendo las llamadas de los oyentes, así empecé, y aun después de haber debutado al aire, seguía siendo una de mis obligaciones, lo mismo que archivar la música que llegaba a la emisora y trasnochar los fines de semana como control de una emisora sin locución llamada, “Super internacional, la casa de los famosos”.
En esa emisora, o más bien, en esa empresa, yo era supernumerario, es decir, mis turnos rotaban, yo hacia los descansos de los DJs de planta de ambas emisoras, la otra emisora en cuestión era, Veracruz estéreo 98.9.
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El trabajo era duro, muy duro y los turnos largos, muy largos, sobre todo los fines de semana y los festivos, además de un tema de disponibilidad que tenía mi contrato, es decir, si yo ya estaba en mi casa descansando, y por cualquier motivo o eventualidad, algo le pasaba a alguien, se varó el carro o la moto y no puede llegar a su turno, o pusieron una bomba cerca de su casa y todos los vidrios estallaron, (era la época del terror en Medellín, la ciudad más peligrosa del planeta), además de que esta última anécdota fue real, o tal vez consiguió, otro “alguien”, a última hora, boletas para el partido del Medellín o de Atlético nacional, pues de inmediato me llamaban a mí y la empresa me pagaba un taxi para que yo me desplazara rápido a la emisora para reemplazar ese turno, a cualquier hora, la hora ni el día importaban, había que hacerlo.
Dos fechas puntuales que demuestran perfectamente mi historia, en 1990, el 24 y el 31 de diciembre cayeron lunes, yo trabajaba de 12 del día hasta las 8 de la noche, y descansaba los martes, perfecto, casado, con un hijo apenas de seis meses y salía a buena hora ambos días y descansaba al siguiente, ya lo teníamos todo preparado. Pero Doña Soraya (así se llamaba la gerente), también tenía preparado lo suyo.
El domingo anterior, es decir el 23 de diciembre, me llamó a la emisora, yo estaba de turno hasta las 12 de la noche, esa noche también trasnochaba, hasta las 6 de la mañana del 25 de diciembre, me dijo: “Juan, los muchachos van a sacar los días 24, 25, 30 y 31, así que prepárese porque esta semana no descansa”. Trabajé todos esos días, 24 y 30, de 12 del día a 12 de la noche, y el 25 y el 1ro de enero de 6 am a 2 pm.
Pero, mientras más trabajaba, más hábil me volvía, en la consola, al aire, con los breaks de cuñas (comerciales en radio), mejoraba mi puesta al aire, trabajaba en mi voz, en los empates de las canciones, y la verdad, era feliz, yo disfrutaba inmensamente de mi trabajo, la consola, las tornamesas, los cd players, los cartuchos, donde teníamos los separadores, las identificaciones, las cuñas, para mí, eran juguetes, yo me divertía jugando al aire con todos estos artefactos tecnológicos que permitían la puesta al aire, pero lo más importante, aprendí como un putas, fue mi escuela.
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La situación que desencadenó ese comentario maluco, fue el ofrecimiento de un cargo en la empresa, me ofrecieron el puesto de grabador, después de que el encargado pasara su carta de renuncia, yo lo rechacé, hay que aclarar que, aceptarlo subía mi salario y me hacía parte de la nómina de la empresa, o sea, dejaba de ser supernumerario, horario lunes a sábado, de oficina, pero a las 6 pm para la casa, sábados y domingos libres, y adiós a esas llamada de último momento a mi casa para hacer reemplazos de emergencia.
El tema es que, yo lo que quería era estar en la cabina, todo el tiempo, aprendiendo y disfrutando, el puesto de grabador me encerraba en un estudio todo el día, lejos de la acción de la radio al aire, que era lo que yo buscaba y quería, creo, después de tantos años, que tomé la decisión correcta.
El 24 de marzo se celebra el día del locutor. Esta celebración tiene un matiz religioso pues ese día, según la tradición cristiana, fue cuando el arcángel San Gabriel anunció a La Virgen María el nacimiento de Jesús; a los nueve meses se celebra la Navidad. Por ser ese el origen de la celebración también es el arcángel San Gabriel el patrono de los locutores. (tomado de Wikipedia).
Ese es el tema central de este escrito, o lo era, hasta que comencé a contar la historia de ese feo comentario que me hizo un colega cuando no acepté un cargo en la empresa, pero esa anécdota tiene mucho que ver con mi historia como locutor.
Desde los 10 años más o menos, quise ser locutor, antes de eso, quería ser pistolero (como en las películas de pistoleros) o bombero. Pero cuando me enamoré de la radio, quise ser como los locutores, disc jockeys que escuchaba en las emisoras de Medellín y de otros países, de cuenta de los alumnos de mi papá que satisfacían ese gusto grabando emisoras en sus viajes para traerme los casetes.
Cuando grababa canciones de la radio, las grababa con el locutor incluido, contrario a lo que los demás hacían, que hasta se enojaban cuando entraba al aire el DJ, porque “dañaba” la canción.
Grababa mis propios casetes presentando canciones, grababa separadores como los de la emisora, pero con mi estilo y mi voz.
Tenía una grabadora marca Beltek, rectangular, de un solo parlante y un solo casete, con radio, mi papá tenía una Silver, un solo casete, pero dos parlantes, poderosa- en la de mi padre ponía la canción y grababa en la mía con mi voz presentando las canciones. Don Manuel, mi padre ya hacia radio, programas de literatura en la emisora de la U.P.B. Y, claro, yo lo acompañaba a las grabaciones.
Mis primeras aventuras en el mundo de la radio, además de acompañar a mi papa a la emisora de la universidad, y de mantenerme pegado todo el día de las emisoras de la ciudad, (era un oyente cansón, llamaba todo el día a pedir las canciones que me gustaban, hacia voces, para que no supieran que era yo, pero yo sé que siempre supieron que era yo), comenzaron en 1982, en una emisora llamada Radio musical, de la cadena Todelar.
Yo vivía a unos 70 metros de la emisora, barrio San Joaquín, Medellín, gran ventaja a la hora de participar en los concursos en donde regalaban discos, particularmente en un programa llamado “Cascada musical”, en donde enfrentaban artistas y bandas.
Cuando el locutor decía, “el primero que llegue a las afueras de la emisora, se gana un LP de Black Sabbath”, yo llegaba en 20 segundos.
El locutor en cuestión, uno de mis referentes también, Guillermo Botero “Palavecino”, un señor muy flaco y alto, con un bigote como el de Don Cuasimodo, el papá de Yayita, la novia de Condorito. Algún día, después del tercer o cuarto disco ganado, me dijo, con sospechas ya, que subiera a la emisora, cuando subí, me sacó al aire y me preguntó: “como haces para llegar a la emisora tan rápido?”, le dije, vivo allí a media cuadra, señalándole por la ventana con la mano mi casa, inmediatamente soltó la carcajada, seguimos al aire, y me preguntó por mis bandas y canciones favoritas. Mi primera vez al aire, en una emisora de verdad, con 15 años, fui feliz. Al despedirme, me dijo: “tenés madera para esto de la radio”.
En 1984, ya con 17 años, nació en Medellín una emisora que nos cambió la vida, Veracruz estéreo, en ella, dos viejos conocidos, mis dos héroes locales radiales, Tito López y Donnie Miranda.
En ese año, todos, o por lo menos todo mi círculo familiar y de amigos y conocidos escuchábamos Veracruz, excepto mis amigos metaleros, que siempre me criticaron que yo escuchara otros géneros musicales que no fueran metal, pero nada que hacer, además del metal, a mí también me gustaba la radio.
En esa época, además de disfrutar de la música, me hacía unos pesos, transcribiendo de oído la letra de las canciones y luego traduciéndolas.
En 1987, volví a una cabina radial, a estar al aire, a presentar canciones de metal, por invitación de mi amigo Mauricio Montoya, “Bull metal”, a una franja que le había asignado la emisora de am, Radio disco ZH, de lunes a viernes, a la una de la tarde. Además de que pude estar en una entrevista que le hicimos a la banda española Barón rojo, que en el mes de agosto tocaba en Medellín en la plaza de toros la Macarena.
Pero llegó el momento de hablar de mi voz, no siempre he tenido este rango de voz que tengo hoy, durante muchos años, esa voz de hoy, que siempre tuve, me fue negada, por un detalle biológico, físico, pero permítanme explicarme mejor.
Desde muy pequeño, tuve problemas con las amígdalas, siempre fueron muy grandes, y constantemente me enfermaba de amigdalitis, muy constantemente, y casi siempre con infección incluida, siempre recuerdo esas vetas blancas en ellas, que tanto odiaba, estas recaídas permanentes con amigdalitis significaban muchas fiebres e inyecciones de Benzetacil muy potentes para atacar la infección.
Todos los médicos que me veían les recomendaban a mis papas, que lo más adecuado era una cirugía de extracción de amígdalas, rápida y sencilla, pero mi papa nunca quiso hacerlo por temor a que me cambiara la voz. Eso, se lo dijo alguna vez un amigo medico: “Manuel, el muchacho está en pleno proceso de cambio, una cirugía como esas podría afectarle negativamente el tono final que tendrá su voz”, él siempre se creyó esa afirmación.
El asunto es, que semejantes amígdalas no permitían que mi voz saliera con toda su potencia y su grosor, eran como un filtro que la hacía sonar rasgada, pero brillante, horrible. Pero todo eso cambio en 1997 y gracias a dos amigos médicos, oyentes, como siempre lo digo, la radio me lo ha dado todo. Este par de amigos, con sus contactos, lograron que me programaran la cirugía, después de dicho procedimiento y una semana en absoluto silencio, mi voz salió como siempre debió salir, más gruesa y fuerte y con más cuerpo, la primera en notarlo fue mi esposa, cuando le hable por primera vez, dijo: “Dios mío Juan, tu voz, suena delicioso”
De manera pues, que, si mi papa no hubiera tenido ese miedo que siempre tuvo, y hubiera permitido la cirugía a más temprana edad, mi historia radial pudo haber sido más extensa, porque indudablemente yo me hubiera sentido más seguro con esa voz que me fue negada tantos años. ¡maldita sea!
Aunque si lo analizamos, eso le da más mérito a mis logros iniciales, es decir, yo me metí al mundo de la radio a punta de talento, trabajo, disciplina y mucho tesón, (aun no llegaba la voz que tengo hoy), porque en esa época una voz poderosa abría muchas puertas, yo todavía no la tenía, yo abrí esas puertas.
Así como el día del Maestro fue una fecha tan importante para mi papá, para mí lo es el día del locutor, la he luchado mucho, he tenido muchos obstáculos y aquí sigo, después de tantos años, al aire, feliz.
¡Rock n roll forever my friends!
Juan Kiss.
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