¿Acordeón en el rock? Estas 5 canciones lo usan y probablemente no sabía; debe oírlas sí o sí
El género ha sabido reinventarse incorporando elementos sonoros inesperados
El género ha sabido reinventarse incorporando elementos sonoros inesperados
Cuando se piensa en rock, es fácil imaginar guitarras distorsionadas, baterías salvajes y voces desgarradoras. Sin embargo, a lo largo de la historia, el género ha sabido reinventarse incorporando elementos sonoros inesperados.
Uno de los más llamativos ha sido el acordeón, instrumento asociado tradicionalmente a la música popular, folklórica pero que ha logrado encontrar su lugar en el corazón del rock con resultados asombrosos.
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Lejos de ser un mero recurso decorativo, el acordeón ha cumplido funciones clave: ha suavizado baladas, ha reforzado melodías nostálgicas, ha añadido un matiz cultural o incluso ha otorgado un aire de ironía en canciones que se alejan del molde tradicional. A continuación, le presentamos 5 canciones en las que el acordeón dejó una huella imborrable dentro del universo del rock.
R.E.M. comenzó a alejarse de su característico jangle pop con este tema incluido en Green. Aquí, el acordeón de Mike Mills ofrece un colchón melódico nostálgico que eleva esta balada acústica a un nivel profundamente emocional. La producción de Scott Litt marcó un nuevo rumbo sonoro para el grupo.
Uno de los puntos más altos del visceral Honestidad brutal. El uso del bandoneón de Néstor Marconi mezcla el lenguaje tanguero con una balada rockera desgarradora. Grabada entre Madrid, Buenos Aires y Nueva York, la producción de Calamaro y Joe Blaney refleja el caos emocional del artista en ese momento.
Este tema, una rareza dentro del repertorio stoniano, aparece en el disco Between the Buttons y cuenta con el acordeón de Nick DeCaro. Su sonido melancólico y parisino contrasta con la actitud rebelde de la banda, mostrando una faceta poco explorada de los Stones. Fue producido por Andrew Loog Oldham.
Canción que abre el legendario Graceland. El acordeón de Forere Motloheloa, músico sudafricano, fusiona el pop occidental con la rítmica africana. Bajo la producción de Paul Simon, este track es una obra de ingeniería cultural que ayudó a redefinir los límites del pop y el rock en los años 80.
Una oda a la juventud en la costa de Nueva Jersey, este tema brilla gracias al acordeón del fallecido Danny Federici. Parte del álbum The Wild, the Innocent & the E Street Shuffle, la canción cobró aún más peso emocional cuando Federici la eligió para tocarla por última vez antes de morir. Fue producida por Mike Appel y Jim Cretecos.
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Su capacidad de despertar melancolía, calidez o incluso ironía lo convierte en un recurso expresivo inigualable. Desde las calles de París hasta las fiestas del sur estadounidense, pasando por los barrios porteños, el acordeón ha sabido infiltrarse en un género que parecía tener todo dicho.
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