El hombre fue llevado rápidamente al hospital en donde los médicos sospecharon, debido a la descripción de los hechos, que se trataba de un envenenamiento por metanol y la consecuente acumulación de formaldehído como causas del percance.
Para curarlo, los médicos creyeron que lo mejor sería suministrarle etanol para prevenir que el cuerpo continúe metabolizando la sustancia tóxica. De todas maneras, el hospital no contaba con esa sustancia, por lo que decidieron mandar a un empleado del sanatorio a una licorería y comprar una botella de whisky, que finalmente lo terminó salvando.
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