Chávez, de 52 años, no puede volar pero parece estar por todas partes en Lima: en discursos políticos, en una sesión fotográfica de la boda del afamado tenor de ópera peruano Juan Diego Flórez o promocionando giras y vuelos para una agencia de viajes en la Plaza de Armas capitalina.
"¡Hola, Superman!", le grita la gente. "¡Hola, Superamigo!", les responde.
Chávez se convirtió en superhéroe hace 15 años después de haber sido aspirante a torero, obrero, empleado de un laboratorio y guardia de seguridad de un prostíbulo.
"Me quedé sin trabajo, pero me di cuenta de que podía ser Superman. Me fui a un mercado y compré una camiseta azul, y una prima que es costurera cosió la capa, las botas, el cinturón y el calzoncillo rojo", dijo en diálogo telefónico con The Associated Press.
Desde entonces no le ha faltado trabajo. Un partido político incluso le ofreció postularlo al Parlamento hace una década. El accedió, pero no ganó el escaño.
Chávez dice que, dentro de sus posibilidades, trata de "ordenar la ciudad". "Mi kriptonita es mi propia seguridad", afirma, refiriéndose al elemento ficticio que representa el talón de Aquiles del personaje de las historietas que él fusionó con su identidad.
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