En 11 años, Larry Richardson se hizo camino a través de hiedra venenosa y cientos de mosquitos para llevar a cabo su obra maestra. Lo hizo con sus propias manos y además de su esposa Bárbara, la construcción es el gran amor de su vida. Cuando fue enviado a la guerra, lo último que vio al partir en el barco fue la colosal estructura de San Francisco que se asomaba entre la bruma, según consigna el blog Futuretrench.
La construcción de la réplica casera le costó unos US$ 5.000, mientras que la original del Golden Gate se fue hasta los US$ 35 millones cuando se terminó en 1937.
En ese momento, creyó que sería lo último que vería de su patria antes de morir. Pero no fue así. Sin computadora ni planos, el modelo para construir su pequeño Golden Gate fue una tarjeta postal. Tampoco tenía ambiciones con respecto a la escala, sólo quería que el puente llegara al otro extremo del arroyo.
Richardson se hizo de sus propios materiales. Utilizó un viejo puente de madera para las torres, los cables provinieron de una vieja torre de perforación y los tirantes fueron rescatados de un antiguo Boeing. Está hecho 100% a mano. Incluso construyó una grúa para levantar las torres.
A diferencia del original, prefirió el color dorado en vez del rojo. "La pintura de color oro venía en botes muy pequeños y era el único pincel que cabía. Acabamos con todas las existencias de la zona", asegura Richardson.
El puente es ahora una de las atracciones más populares de las carreteras de Kansas. Tanto él como su mujer se sienten felices de recibir a los visitantes. "Una pareja, incluso, utilizó el pequeño puente como la ubicación de una propuesta de matrimonio y Larry, que es un romántico empedernido, instaló luces tintineantes para hacerlo todo más bonito", cuenta su esposa al San Francisco Chronicle.
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