Esta campaña nace con la intención de educar a los clientes, ya que para los conductores, resulta bastante incómodo viajar en el auto con malos olores.
‘El habitáculo de un taxi da para mucho. Hacemos de psicólogos. Tenemos una labor social no reconocida de mérito al paciente. También nos toca soportar a los cerdos que se eructan y se tiran gases. Lo malo es que cuando sube otro cliente se piensa que has sido tú’, indicó Ángel Julio Mejía, delegado de Paradas y Situación de la Gremial de Taxi.
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