Pero nada le importó a este hombre y para comprobar que la segunda capa de protección agregada al chaleco antibalas que trae puesto es realmente efectiva no a corta, sino que a muy corta distancia, no encontró nada mejor que dispararse en el estómago con una Glock.
Felizmente se puede ver que la protección es efectivamente efectiva (valga la redundancia), y por más que su reacción posterior a la “prueba” sea graciosa, es imposible no dejar de pensar en que este hombre también necesita algún tipo de protección frente a su propia idiotez.
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