Fue así como después de volver a prisión por el intento de robo a una iglesia, Mark salió de la cárcel, se sometió a cinco años de formación teológica en la universidad y llegó a ser pastor en Devon.
“El vicario tatuado” como lo han denominado algunos, explica: "Tengo plena condición de reverendo”. Y sobre su pasado criminal, afirma: “Cuando no estaba cometiendo un delito era porque estaba durmiendo”.
Hoy en dìa Mark Rowan tiene una vida tranquila con su esposa Andrea, con quien tiene dos hijos pequeños.
"Yo solía inyectarme heroína, tomar cocaína y fumar cannabis, pero ahora soy otro”, declara el sacerdote después de haber estrenado su libro autobiográfico.
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