No sólo deben repetir las mismas palabras casi guionadas cada vez que atienden a un cliente, vestir uniforme obligatorio o peinarse de cierto modo, sino que además, deben sonreír de un mismo modo preciso.
Casi como sacado de una película apocalíptica, la empresa ferroviaria japonesa Keikyu Corporation implementó un escáner en sus instalaciones que dictamina la sonrisa perfecta con que sus empleados deben recibir a los clientes.
Los directivos de la empresa temen que sus empleados no sonrían adecuadamente a los pasajeros de su servicio o, mejor dicho no parezcan, lo suficientemente sonrientes.
Como si la felicidad fuera algo manipulable mediante normas obligatorias o máquinas, Keikyu instaló escáneres que analizan variables como el movimiento del ojo, la curvatura de los labios y las arrugas faciales y, al final, califica la sonrisa del individuo con un puntaje que va desde el 0 del suicida hasta el 100 delirante.
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