Hay formas y formas de probar la funcionalidad de algún producto, y en el caso de los chalecos antibalas, seguro que los protocolos de prueba incluyen disparos a una distancia segura y a algún muñeco tipo crash test dummy, cuando mucho.
Pero nada le importó a este hombre -que por su acento, debe ser tejano- y para comprobar que la segunda capa de protección agregada al chaleco antibalas que trae puesto es realmente efectiva no a corta, sino que a muy corta distancia, no encontró nada mejor que dispararse en el estómago con una Glock.
Felizmente se puede ver que la protección es efectivamente efectiva (valga la redundancia), y por más que su reacción posterior a la “prueba” sea graciosa, es imposible no dejar de pensar en que este hombre también necesita algún tipo de protección frente a su propia idiotez
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