Las múltiples quejas de los vecinos han obligado al consistorio a movilizar a inspectores y Guàrdia Urbana. Aunque se ha comprobado la veracidad de las denuncias, los responsables municipales no han hecho nada para minimizar las molestias colaterales de las actuaciones del grupo irlandés.
No es ésta la única queja relacionada con U2. Las largas colas, las aglomeraciones en los escasos accesos al recinto y el casi inexistente transporte público al acabar el concierto, se convirtieron en la pesadilla de buena parte de los 90 mil seguidores de la banda que asistieron al concierto el martes por la noche.
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