Otra versión acerca de la muerte de Jim Morrison saldrá en un libro proximamente

Laura Moreno

Se pueden contar con los dedos de las manos quienes llevan 36 años creyendo las dos palabras escritas en el certificado oficial de la muerte de Jim Morrison: «Causas naturales». Desde que el líder de The Doors fue hallado muerto el 3 de julio de 1971 en la bañera de su casa de París, y dado que las autoridades francesas no realizaron autopsia, han abundado las teorías sobre por qué la vida de Morrison acabó a los 27 años. En la mayoría aparece la heroína. Y ahora Sam Bernett, periodista francés y amigo del cantante, les da fuerza.

Según Bernett, Morrison murió tras aspirar el opiáceo en el baño de un bar, y fue trasladado ya muerto por las dos personas que le vendieron la droga. Su denuncia, que realizó en una entrevista con The Mail on Sunday y forma parte de un libro que va a publicar en Francia, está siendo investigada por las autoridades.

VODKA Y CERVEZAS

El relato de Bernett es de primera mano. El excolaborador de The New York Times regentaba el Rock’n’roll Circus, un bar que frecuentaban los Beatles, los Rolling Stones, Pink Floyd, Eric Clapton y Jimi Hendrix. El 3 de julio, Morrison llegó hacia la una de la madrugada. Se sentó en su mesa habitual. Pidió una botella de vodka y cervezas.

Las visitas de Morrison al bar, según Bernett, a menudo eran para conseguir heroína para su novia, Pam Courson. Y ese día compró la droga a dos hombres que trabajaban para Jean de Breteuil, traficante y novio de Marianne Faithfull, que estaba en el local. Hacia las dos, Morrison fue al baño. Media hora después un empleado dijo que había alguien encerrado. Bernett llamó a un portero, que derribó la puerta. En la taza estaba Morrison con la cabeza entre las piernas. Tenía espuma y sangre en la boca. Nunca se inyectaba por miedo a las agujas.

Bernett llamó a un médico que frecuentaba el bar, que dictaminó: «Este hombre está muerto». Para entonces habían llegado los vendedores de droga, dijeron que era solo un desmayo y se lo llevaron. Un colaborador del propietario del bar se acercó a Bernett y le dijo: «No hemos visto nada, no hemos oído nada, cerramos la boca, ¿de acuerdo?». Bernett dice que habla para «quitarse una pesada carga». La justicia francesa impide reabrir un caso criminal cuando pasan 20 años. Queda la opción de la justicia civil.

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