Frances se parece más a papá que a mamá, aunque puestos a buscar parecidos resulta más cercana en aspecto físico a Meg Ryan o Jennifer Aniston, las mujeres más apetecidas de Hollywood. Lamenta no pasar más tiempo con su madre, pero por encima de todo le duele leer «tantas mentiras» sobre Courtney Love en los periódicos. Frances reconoce que los escándalos le afectan, hasta el punto de hacerle pensar que «no es tan bueno tener una mamá tan famosa. Pero entiendan que no me gusta ver a mi madre disgustada, A nadie le gusta, ¿no?». Con este tipo de declaraciones, Frances evidencia que, en su caso, la rebeldía estriba en ser «normal». La adolescente también reconoció que le gustaría no pasar «tanto tiempo sola en casa, no estar siempre rodeada de niñeras y chóferes y todo eso».
El año pasado, Courtney Love perdió temporalmente la custodia de su hija, en medio de una serie de visitas a los juzgados y clínicas de rehabilitación. Frances Bean se quedó un tiempo con la madre de Kurt Cobain. Hace tan sólo unos meses, Courtney la recuperó al probar que estaba libre de drogas y con el control sobre su adicción al alcoholismo. Ahora afronta los problemas típicos de una madre de adolescente (choque generacional y esas cosas) pero al revés. Algo similar, a lo que decía hace unos días Lola León Ciccone, la hija de 9 años de Madonna, bastante más pequeña que Frances Bean pero con ínfulas artísticas y que hace unos días criticaba a su mamá.
El problema adicional para Courtney llegará a los 16 años: Frances le ha pedido que consiga que Mariah Carey cante en sus Sweet sixteen, esa ceremonia pseudos iniciática que marca a fuego la vida de las adolescentes estadounidenses. Muy duro.
Tomado de 40 Principales España.
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