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Metallica // Fotos: Getty Images y redes

Cómo llegó a mis manos ‘Master of Puppets’ de Metallica: ¿el mejor álbum de metal de la historia?

Juan Kiss cuenta cómo fue el día que escuchó por primera vez el ‘Master of Puppets’ de Metallica.

Juan Kiss

Cuando el ‘Master of Puppets’ llegó a mis manos en marzo de 1986, la fecha exacta no la recuerdo, llegó de las manos de mi amigo Mauricio Montoya Botero, a quien en Medellín ya conocían como ‘Bull Metal’, apodo que le puse yo después de ver una película de adolescentes de los 80’s llamada ‘“’Porky’s’. 

Estudiaba yo en un colegio de Medellín, el Miguel de Unamuno, un colegio pequeño para muchachos que no éramos bienvenidos en los colegios tradicionales de la ciudad, los desadaptados, por decirnos de alguna manera. Pues allí, sí éramos bienvenidos, gracias a la bondad del doctor Vieira, quien era el propietario del colegio y como cosa rara, también amigo de mi papá. 

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De mi estadía en ese establecimiento educativo no tengo muy buenos recuerdos, como ya lo dije antes, en el escrito de la felicidad, a mí no me gustaban los colegios, ni las reglas de los colegios. 

Los recuerdos gratos, que no son muchos, se reducen al disfrute visual, el estudiantado femenino de dicho colegio era de una belleza sin igual, que además ataviadas con ese uniforme color marrón, con peto y falda, por lo general más arriba de la rodilla, se veían aún más hermosas, una en especial durante ese 1986, Victoria, pero esa es otra historia. Luego, tres años más tarde, en 1989, iría a recoger al amor de mi vida a ese mismo colegio, la que es hoy mi esposa, Tata. 

Otro recuerdo grato era el de estudiar con una de mis hermanas, Nena, que en realidad se llama Alba Lucia Ángel Munera; para muchos amigos estudiantes no era muy grato tener que ir al colegio con una de sus hermanas, pero no era un problema para mí, con Nena siempre tuve y he tenido muy buena relación, siempre hemos sido además de hermanos, amigos y cómplices. Estábamos en el mismo salón cursando décimo, me permitía siempre estar pendiente de ella y protegerla de cualquier insinuación de ataque de matoneo alguno, ninguno quería meterse con un metalero de pelo muy largo, vestido con Nikes como los de Marty McFly, jeans rotos en las rodillas, correa de spikes de cuatro hileras, y siempre con camisetas de bandas de Metal, hard Rock y Heavy, estaba la Nena bien protegida. 

Otro de los pocos recuerdos gratos, era el pan con empanada y coca cola que siempre me comía en el primer descanso. 

El miguel de Unamuno ya hoy no existe, allí, después de demolerlo, pusieron uno de esos restaurantes de arcos dorados. 

Un viernes cualquiera, de marzo de 1986, Mauro, Bull Metal fue a recogerme a mí y a mi hermana, en el carro de su papá, un Suzuki SJ 410, plateado y al que Mauro le quitaba la carpa, se veía más cool. 

Recuerdo perfectamente lo que tenía tronando en el pasacintas mi amigo y colega peludo, The hunter, de Dokken, del álbum “Under lock and key”. 

Cuando nos subimos me dijo, “llevemos a Nena y volvemos a mi casa, allá almorzamos cualquier cosa, tengo algo muy importante que mostrarte, tenemos que escucharlo juntos”. 

Bajamos por la avenida Jardín, a tomar la circular tercera, que nos llevaría hasta el barrio San Joaquín, de clase media, esa clase que ya no existe en Colombia, pasamos por la iglesia del barrio, hecha en ladrillo, gigante, bonita, imponente, y giramos para tomar la carrera 68 A, para parar en la casa con nomenclatura 42 A 31. Todavía recuerdo el número de teléfono, muy metalero entre otras cosas, 300666, mi casa era un primer piso, de puerta de color gris claro, con un garaje blanco de rejilla a la derecha, garaje que solo usábamos como parqueadero de mis bicicletas, pero que ya no parqueaba allí, porque esa última bicicleta Mongoose plateada, de rines de teflón azules, que era mi orgullo, se la habían robado al sobrino de Mauro, dos años atrás. 

Dejamos a mi hermana y nos fuimos a la casa de Mauro, un segundo piso en la avenida Jardín. Después de subir las escalas y saludar a sus papás nos fuimos al último cuarto al lado de la cocina, la cueva de Bull Metal, un cuarto al que no se le veía la pared original. Estaba forrado en afiches de bandas de metal, Kiss, Judas Priest, Metallica, Scorpions, Venom, Motley Crue y muchas otras más. 

Mauricio siempre tuvo dinero para comprar todo lo que le gustaba, discos, cd´s, casetes, revistas, afiches, de todo, de donde salía el dinero, nunca lo supe, porque no trabajaba, pero siempre tenía. Le gustaba a Mauro manejar un suspenso y un misterio con el que adornaba las cosas, pero la verdad, eso lo hacía más divertido todo. Cuando le dije que era lo que tenía que mostrarme con tanta urgencia, me dijo, comamos algo primero y te muestro. 

Después de un almuerzo improvisado, sacó de su colección de acetatos, que ya era considerable en esa época, el nuevo álbum de Metallica, el ‘Master of puppets’, sellado todavía, con ese papel celofán brillante, con un sticker pegado en la parte inferior derecha que decía: “PARENTAL ADVISORY EXPLICIT LYRYCS”, esa vieja pelea que ganó el PMRC (Parents Music Resource Center), comité estadounidense formado en 1985 por las esposas de varios políticos.

“Su misión era educar a los padres sobre «modas alarmantes» en la música popular. Sus impulsores aseguraban que el rock apoyaba y glorificaba la violencia, el consumo de drogas, el suicidio, y las actividades criminales, entre otras. Por ello, como organización, abogaban por la censura y la catalogación de la música” (definición tomada de Wikipedia). Grupo que fue liderado por una señora muy encopetada llamada Tipper Gore, esposa del entonces senador y luego vicepresidente Al Gore. 

Primera canción, guitarra acústica, bellísima, 35 segundos. Después, una explosión de guitarras, bajo y batería que de inmediato nos convenció y atrapó, ‘Battery’. 

Esa tarde de viernes, después de salir a comprar media de aguardiente para mí, Mauro no tomaba licor en esa época, nos sentamos a escucharlo una y otra vez, no sé cuántas veces, unas cinco veces creo yo, ese álbum dura unos 54 minutos, ¡54 minutos de puro poder! 

Se convirtió de inmediato en el favorito de Metallica para Mauricio y creo que lo fue hasta sus últimos días. Yo tuve mis reservas, no porque no me gustara, lo amé desde la primera escuchada, sino porque para mí el ‘Kill em´ all’ era simplemente insuperable y hoy sigo pensando lo mismo. 

El ‘Master of Puppets’ no es una reinvención de Metallica, ni es un salto ni un cambio definitivo con respecto al anterior, el ‘Ride the Lightning’, la magia es que este disco, el Master, es la mezcla perfecta de los dos primeros, pero con un sonido más refinado, más pulido, y con una ejecución instrumental perfecta, de todos, de Hetfield, de Hammet, de Ulrich, pero sobre todo de Cliff. Este es el disco de Cliff Burton, en el que le da rienda suelta a todo su talento, a todo su espíritu, a toda su personalidad y a toda su furia.  

¿Es el ‘Master of Puppets’ el mejor trabajo de Metallica? Si me lo preguntan a mí la respuesta es no, me quedo con el debut de la banda. 

¿Es el mejor álbum de heavy metal de la historia? Como alguna vez lo leí por ahí, si me lo preguntan a mí, la respuesta es no. 

Pero déjenme decirles que sí es uno de mis favoritos, tanto que me lo he gastado ya cuatro veces en CD. Sí, me lo he gastado de tanto escucharlo.  

Todo, absolutamente todo, es una joya, una obra maestra, todas las canciones, escoja usted amable lector.

Hasta la caratula es perfecta. 

Dese un gusto, abrase este fin de semana una botella de su licor favorito, siéntese frente a su equipo de sonido, ojalá con un buen par de audífonos, en el rincón favorito de su casa, en su sillón favorito, ropa cómoda y sin zapatos y disfrute de una absoluta obra maestra, el ‘Master of Puppets’ de Metallica que está de aniversario por estos días. 

METAL UP YOUR ASS! 

Juan Kiss. 

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