El absurdo hecho, relatado por la agencia oficial de noticias Xinhua, ocurrió el sábado 3 de agosto en la ciudad de Wuhan, capital de la provincia de Hubei, y famosa por ser uno de los lugares más calurosos del país en verano.
El timador, simuló haber muerto de una paliza propinada por policías locales, los temidos «chengguan», un cuerpo que en los últimos meses ha aparecido en las páginas de sucesos por haber causado la muerte de varios vendedores ambulantes en otras ciudades de China.
A las dos horas del falso funeral, al que asistían unas 300 personas y que era vigilado por 80 policías debido a la sensibilidad del suceso, salió repentinamente del ataúd, tomó una botella de agua y, tras decir «no puedo más», se la bebió de un trago.
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