Según la información recogida por los testigos, uno de los ladrones se quedó en el hall de entrada, mientras que los otros dos se dirigieron a la zona de las cajas. Luego de reducir al personal de seguridad, la banda comenzó a los gritos a decir que tenían en su poder un artefacto explosivo.
Frente a la presión, los empleados del lugar le facilitaron el dinero de dos de las cajas y en pocos minutos se llevaron el botín sin ser advertidos por la Policía. Sin embargo, la sorpresa fue aún mayor, al percatarse de que no existían los explosivos, sino que se trataba en realidad de cajas de leche que simulaban albergar una suerte de bomba.
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