Muchas personas dudaban de la legitimidad del negocio incluso antes de que abriera, ya que la policía local tenía la sospecha de que detrás de la fachada de los abrazos se escondía un local dedicado a la prostitución.
Sin embargo, no fue la policía la que se encargó de cerrarlo, sino los propios dueños. En su página de Facebook argumentaron que no continuarían debido a que "los insultos y el acoso simplemente no valen la pena”.
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