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Caricias en el cuello ¿Por qué son tan sensuales?

Laura Moreno

Todos ya han comprobado en carne propia lo que se siente una caricia en el cuello. Pues algunos neurocientíficos, piensan que es intrigante la existencia de zonas del cuerpo altamente excitantes al tacto, aunque esté alejadas de los genitales.

Entonces un estudio publicado en la revista “Cortex”, que se embarca, por primera vez de forma “científica y sistemática”, según los autores, lo que hay de mito y realidad respecto a las zonas erógenas y otras preguntas como las posibles diferencias entre hombres y mujeres a la hora de percibir el placer, y las posibles explicaciones al paradójico hecho de que un masaje en la espalda o pueda despertar el deseo sexual.
Empezando por los pies

Para investigar lo que había de verdad en la hipótesis de Ramachandran sobre las zonas erógenas, Marilyn Lucas, de la facultad de Psicología de la Universidad de reclutaron a 793 participantes, (304 hombres y 389 mujeres), con una edad media de 24,7 años, procedentes en su mayoría de las islas británicas o África subsahariana. El 84% se declararon heterosexuales, cerca de un 5% homosexuales y 6% bisexuales.

Recopilaron datos por medio de un cuestionario sobre zonas erógenas en el que los participantes debían señalar en una escala de 0 a 10 la capacidad de 41 zonas eróticas para producir excitación sexual.

El primer resultado sorprendente fue, que a diferencia de la creencia popular, la puntuación obtenida por los pies en la casa erógena fue muy baja independientemente de la edad de los encuestados, su orientación sexual, nacionalidad, raza o sexo. “Nuestro estudio sugiere que el pie, que mapea en la corteza somatosensorial cerca de los genitales, no es una fuente de placer para 3 de cada 4 participantes”, explican.

Los resultados señalan que hombres y mujeres coinciden en sus zonas erógenas, pero las mujeres informaban de una mayor sensibilidad en varias partes del cuerpo. De hecho asignaban una puntuación superior a 7 a seis partes del cuerpo, mientras los hombres solo alcanzaban este nivel en dos de ellas.

Zonas erógenas femeninas

Las mujeres dieron a la espalda, nuca y cuello, caderas, muslos, boca/labios, pezones, omóplatos, hombros, estómago y muñecas una puntuación significativamente mayor que los hombres. Según los investigadores, el hecho de que las mujeres se muestran más sensibles correlaciona bien con otros estudios que las atribuyen más sensibilidad al tacto en general. Sin embargo, la afirmación de que las mujeres tienen mayor diversidad de zonas erógenas que los hombres no tendría fundamento, según este estudio.

Además, en contra de lo que sostiene Ramachandran, los investigadores concluyen que la distribución erógena no se correlaciona con la representación del cuerpo en la corteza somatosensorial, como ya intuía Penfield por su observación de que al estimularla nunca despertaron sensaciones eróticas en los pacientes. Y proponen que estas zonas erógenas deben estar representadas en otras zonas del cerebro.

Donde reside el placer sensual

Lo más probable es que el origen de las zonas erógenas haya que buscarlo en la ínsula o corteza insular, una parte del cerebro donde tiene lugar la integración emocional y multisensorial. Situada en el interior del surco lateral (cisura de Silvio), que separa las cortezas temporal y parietal inferior, la ínsula es activada por receptores de la piel que responden a toques ligeros y lentos, que concuerdan muy bien con las caricias eróticas.

Estos resultados de agosto de este año están en la línea de los obtenidos en 2012 en un estudio llevado a cabo en la Universidad de Ginebra (Suiza), que mostraba que la parte posterior de la ínsula se activa con el deseo sexual en las imágenes de resonancia magnética funcional, mientras que la parte anterior de esta zona del cerebro responde a los sentimientos de amor. Sin embargo, el origen del amor romántico, como indica este estudio de Ginebra, hay que buscarlo en el sistema de recompensa del cerebro.

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