Durante el descenso, que duró menos de un minuto, el británico alcanzó los 130 kilómetros por hora aunque, a partir de los tres segundos de caída, el traje empezó a reducir la velocidad y él empezó “a volar”, según su propia descripción.
La zona del aterrizaje, donde se habían colocado las cajas de cartón, cubría un área de 100 metros de largo por 15 de ancho.
“Fue increíble. Me siento totalmente eufórico”, declaró a la cadena BBC Connery, que reconoció que llevaba años entrenándose para ser el primer hombre en “volar” sin paracaídas.
Este especialista, que realizó 880 saltos de caída libre y otros 450 saltos de base, explicó que antes de conseguirlo ya estaba “convencido al cien por ciento” de su éxito.
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