El clasificado decía: "Hombre intercambia pequeños trabajos domésticos por grandes mimos". "Por medio de anuncios de dudoso gusto, ciertos individuos se proponen para realizar reparaciones que serán saldadas mediante pago en especie", asegura la publicación.
Y ahí mismo empiezan las entrevistas. Serge, 62 años, explicó a los periodistas cómo se inició en este particular intercambio erótico. "Había puesto un anuncio en el que me ofrecía para labores remuneradas. Pero un día, recibí el e-mail de una dama de 52 años que me preguntaba si podía pagarme con sexo. Lo acepté y a partir de ahí lo repetí en varias ocasiones", contó.
Otro especialista del rebusque, Eric, 55 años, tuvo estas mismas experiencias con dos clientas que conoció en Internet: "La primera sólo buscaba un pretexto para una aventura, pero la segunda era una señora de 51 años que vivía sola, realmente necesitaba hacer las reparaciones y no tenía dinero para pagarlas", aseguró.
"Todo consiste en ofrecer placer al tiempo que proporcionás un servicio útil. Yo suelo encontrar gente agradable con la que compartir experiencias calientes, con respeto y buen humor", resume Pierre, de 56 años.
Como no podía ser de otra manera, estos casos fueron analizados por los especialistas. "En la raíz de estos canjes está la precariedad financiera. Para muchos, el cuerpo es hoy en día un capital, al cual se le puede sacar bastante provecho", comenta la socióloga Laurent Mélito, al tiempo que la antropóloga Marie-Elisabeth Handman agrega: "La red facilita este tipo de permutas sexuales, porque da más seguridad que la calle".
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