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¿Por qué sentimos la necesidad de cambiar de pareja?

Laura Moreno

En la adolescencia, se relaciona con el descubrimiento y la exploración, el intento de reconocer preferencias y gustos, explorándose a si mismo en ese encuentro con otros; es decir, conocerse como individuo sexualmente activo.

En otras etapas de la vida, puede tener que ver con que alguien no desee establecer una pareja monógama, no tenga esto como ideal en su vida y prefiera relaciones casuales.

El límite entre lo que se considera un problema, un síntoma, y lo que no, está trazado en gran medida por el malestar que produce. A veces, este malestar no aparece directamente relacionado a la fuente que lo causa , sintiéndose como indeterminado, o apareciendo sensaciones de vacío, de pérdida del sentido, de pérdida de la capacidad de disfrutar escenas que en otro momento fueron gratas.

Otras veces, las personas tienen claro qué es lo que les produce sufrimiento, pero no pueden cambiarlo; y la sensación es la de estar frente a algo que no se puede dejar de hacer, que repetimos insistentemente aunque nos genere molestia.

Si una persona cambia constantemente de pareja y siente que no es esto lo que quiere, que le gustaría enamorarse, armar una relación estable; si el interés por el otro sexo se pierde recurrentemente o aparece -con distintas personas- ideas casi “invasivas”, desagradables; si pequeños rasgos empiezan a parecer irritantes, o aparecen sensaciones como el asco, el rechazo, la desestima del otro, es muy probable que estemos frente a un síntoma.