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Una garota va por el récord en cirugías

Laura Moreno

La modelo Angela Bismarchi danzará casi desnuda frente a una batucada de 300 integrantes en el desfile del carnaval del próximo mes. Al mismo tiempo, intentará batir otra insólita marca.

En sus preparativos para el vértigo del carnaval en febrero, se va a someter a su operación de cirugía plástica número 42, acercándose al récord de 47 operaciones que figura en el Libro Guinness de Récords Mundiales en poder de la estadounidense Cindy Jackson, de 52 años, quien se autodenomina «Muñeca viviente» y que ahora promueve su propia línea de productos para el cuidado de la piel.

«Yo siempre fui vanidosa», admitió Bismarchi, de 36 años, en la clínica médica cerca de Río donde su marido, un cirujano plástico, la ha operado diez veces. «Y para el carnaval una debe sentirse especialmente linda».

Pocos días antes del comienzo del carnaval, que será del 2 al 6 de febrero, Bismarchi se hará implantar hilos de nylon en los ojos para mostrarlos rasgados como los de las asiáticas, en consonancia con el tema de este año de su grupo de samba, Porto da Pedra: el centenario de la inmigración japonesa a Brasil.

La pasión inquebrantable de Bismarchi por la cirugía plástica la ha convertido en una celebridad en este país obsesionado por la imagen, en el que aun los pobres reciben mejoras quirúrgicas a plazos. Las brasileñas no se avergüenzan de modificar sus cuerpos, que exponen rutinariamente en el carnaval y en las playas con bikinis tan diminutos que los llaman «hilos dentales».

Nacida en una familia pobre de Río, Bismarchi recibió su primera cirugía plástica en 1992 después del nacimiento de su hija. Apenas tenía 21 años, pero se manifestó deprimida después que amamantar le aflojó los pechos. Por eso se los hizo levantar, le encantó el resultado y se fascinó de tal modo con la cirugía plástica que sus dos maridos siguientes fueron cirujanos plásticos.

«Me puse una prótesis y me encantó. Volví a ser hermosa y sensual», dijo Bismarchi, que luce una figura deslumbrante con su 1,81 metro de altura _todavía más alta con sus tacones altos blancos_, y el largo cabello rubio flotando sobre su minivestido blanco. El carnaval tiene un lugar preferencial en la carrera de Bismarchi.

Se ganó sus primeros titulares en el 2000, cuando la policía intentó arrestarla después que desfiló parcialmente desnuda con la bandera brasileña pintada sobre su cuerpo.

«Me hice famosa por todos lados», se entusiasmó. «El poder del carnaval es notable».

Dos años después desfiló con el rostro del presidente Luiz Inacio Lula da Silva pintado sobre su cuerpo. La policía la dejó en libertad después que explicó que era un gesto de adhesión al programa de Lula para combatir el hambre.

«Me considero bastante tímida. Sólo soy una niña crecida», comentó. «Nunca imaginé que sería famosa. Las cosas sucedieron así».