Se trata de un niño chino que sencillamente decidió que no iba a dejar que nadie se metiera con sus cosas. El pequeño estaba descansando muy cómodo en un sillón que formaba parte de la mercancía del negocio de su familia.
Sin embargo, cuando la policía llegó al lugar para realizar una inspección, debieron correrlo del lugar donde estaba sentado. Por supuesto, los policías no tenían idea que esta petición obligatoria desataría la rabia de este niño.