Cuando los conductores deciden estacionar sus vehículos en la calle, se exponen a varias cosas: a que llegue la policía de tránsito, que le roben alguna parte del carro, o se arriesga a que lo rayen; pero que una manada de perros lo muerdan y se lo destruyan, eso no pasa por ninguna cabeza.
Precisamente fue el caso de un sujeto que parqueó su carro toda la noche en una solitaria calle, pero al día siguiente, cuando vio los múltiples daños que sufrió su vehículo, se imaginó que unos maleantes le habían causado semejantes daños, pero lo que nunca esperó es que los culpables fuera una pandilla de perros:
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