
Todo comenzó cuando dos amigas subieron hasta un trampolín de siete metros de altura, sobre una piscina recreativa. Juntas encararon corriendo los metros que separaban la escalera del borde para tirarse.
Una saltó y se zambulló perfectamente en el agua, pero la otra no se animó. Para desgracia de la mujer, ya era demasiado tarde y se cayó.
Cuando intentó tomarse de la baranda, lo único que consiguió fue girar de lado e impactar con todo el cuerpo en el borde del trampolín que estaba más abajo.