Al parecer, todo ocurrió en el delfinario fundado por la NASA en las Islas Vírgenes, Estados Unidos, cuando en 1963, en el marco de una investigación científica, Margaret tuvo un encuentro muy cercano con los animales que no se había animado a revelar hasta ahora.
Además, señaló que antes de tener intimidad con el delfín, primero hubo contacto físico previo para ver cómo reaccionaba. "A Peter le gustaba estar conmigo, se frotaba contra mi rodilla, pie o la mano. Para mí no era una situación incómoda", declaró.
Para finalizar, indicó que a pesar de la dureza de la piel del delfín, fue una experiencia tan única que aún no encuentra palabras para describirla.