
La curiosa grabación de 30 minutos contiene los ruidos típicos de una iglesia casi sin gente: el aislado rechinar de los bancos de madera, algunos suaves pasos, el sonido del tránsito a la lejanía, el leve viento que pasa por una ventana abierta…
"Pensamos que la idea del sonido, o mejor dicho, del silencio, que se siente en la iglesia podría ser algo diferente para vender y conseguir el dinero necesario para arreglar nuestro templo", declaró el reverendo Andrew Mayes, uno de los impulsores de la idea.
Increíble es también que no le hayan puesto un valor comercial al CD. Quien lo desee adquirir podrá asignarle el precio que considere justo y pagar lo que quiera por él. "En la Iglesia pensamos que lo mejor sería que la gente decida lo que vale y la venta del disco funciona en este caso como una donación", finalizó muy contento el Reverendo.