
Ocurrió en la ciudad de Stoke-on-Trent, situada en Staffordshire, en la región de Midlands del Oeste, Inglaterra, y tuvo como protagonista a Simon Bonnell, un desempleado de 21 años.
Bonnell juntó excremento de su perro en una bolsa, y luego se dirigió a un parque cercano para seguir aumentando el volumen de desperdicios. En total, juntó 10 kilos de caca de animal que luego arrojó contra el edificio gubernamental.
El joven, finalmente, fue arrestado y hallado culpable de daño a un edificio público. Además, deberá pagar una multa de 200 libras (315 dólares) y otras 63 (99 de la moneda estadounidense) para limpiar las alfombras de la oficina de empleos, publicó diariogazeta.com.
Además, a Bonnell le fue prohibido registrarse para recibir la pensión durante tres meses, por lo que perderá unas 600 libras (945 dólares).