
Se trata de Wang Ming, de 60 años, quien pasó la mayor parte de su vida con el gusano dentro de su cráneo, pero sólo padeció náuseas, convulsiones y desmayos los últimos seis meses.
El hombre sobrevivió a la delicada operación, en la que le extrajeron el parásito de su cerebro y lo pusieron en un contenedor, donde siguió nadando como si nada hubiese pasado.