
Ria Cooper, como se llama actualmente, apareció en los principales periódicos del mundo: se convirtió en la persona más joven del Reino Unido en cambiarse de sexo.
Sin embargo, las cosas no salieron de acuerdo a lo planeado. Aunque Cooper se sometió a una evaluación psicológica antes de iniciar la terapia de cambio de sexo, su nueva condición de mujer tampoco le garantizó la felicidad.
Las inyecciones de hormonas le provocaron cambios drásticos de ánimo y un deseo sexual alto que no lograba satisfacer. No pudo encontrar pareja, intentó suicidarse dos veces y terminó en la prostitución.
Cooper canceló la operación de cambio de sexo completo que estaba programada para enero y dejó la terapia de hormonas femeninas que le hizo crecer los senos. Hoy está sumida en una depresión profunda, no tiene trabajo y duerme en el sótano de unos amigos.
Por eso, desea convertirse nuevamente en hombre. Cree que si vuelve a lucir barba y pantalones tendrá mejor suerte en el amor y que si deshace su cambio, su familia la aceptará nuevamente.
"No quiero vivir en aislamiento, lejos de todos los que amo. Esta es la única manera de avanzar. Solo quiero ser feliz y esta es mi última oportunidad", le dijo al diario británico.
Los sueños de Cooper han cambiado y ya no anhela ser madre y esposa. Hoy quiere unirse al ejército, tener una carrera en las fuerzas armadas y volver a llamarse Bradley.