Una mujer de mucha ambición y pocos escrúpulos intentó extorsionar a un acaudalado empresario con un recurso muy antiguo pero aún efectivo: el sexo. Para ello, instaló cámaras de filmación estratégicamente en distintos ángulos de su casa y las puso a grabar mientras mantenía un encuentro amoroso apasionado y genuino con la víctima. Luego, con la ayuda de un cómplice que aún no pudo ser identificado, editó las imágenes y las remató con un mensaje: “Depositá diez millones de pesos en la cuenta porque si no le voy a mostrar esto a todo el mundo.”
El hombre no se dejó. Venció sus temores, fue a la justicia y allí “describió de manera pormenorizada las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que se habrían desarrollados los eventos investigados”, aseguraron voceros judiciales.
Luego de la denuncia del empresario, comenzó una investigación en que la mujer terminó procesada y va camino al juicio oral y público por los presuntos delitos de extorsión en grado de tentativa, en concurso real con de robo en poblado y en banda.
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