Al levantarse por la mañana y con la vista nublada aún por el sueño, Paula Griffin buscaba las gotas que usa cada mañana, pero en su lugar se colocó un par de gotas del pegamento que se encontraba en una botella casi idéntica.
Su error ocasionó que su ojo derecho quedará totalmente sellado y le hizo sentir un gran ardor, por lo que acudió de inmediato con un doctor, según publica el Daily Mail.
En un principio, los doctores le dieron parafina para que el pegamento se disolviera, aunque ésta no dio resultado. Entonces, "me dijeron que tenía sólo tres opciones: dejar que se despegara de manera natura, lo que podía conllevar mayor daño; seguir intentando con la parafina; o que me removieran las pestañas para forzar a que el ojo se abriera".
Tras la intervención, en la que le realizaron un corte a lo largo del párpado, Paula tuvo que tomarse una semana sin ir a trabajar y tampoco pudo conducir por varios días.
"Es horrible no tener pestañas, pero no me arrepiento de haberme decidido por la intervención", señala.