Sus cálculos se basaron en una cosa tan simple como conversaciones de 15 minutos entre las parejas. Se les pidió que se sentasen uno frente al otro y que hablasen de asuntos para discutir, como el dinero, sexo o la relación con la familia política.
Los resultados fueron insertados en el modelo matemático y diseñaron un gráfico. El punto en el que las dos líneas se juntan, la del marido y la esposa, supone las posibilidades de éxito o fracaso del matrimonio.
"Sigo completamente asombrado de que las emociones humanas puedan instalarse en un modelo matemático y que puedan predecirse", aseguró el profesor. "No es una ecuación sino un intento de evaluar y cuantificar la interacción de una pareja, mediante un sistema de puntuación".