Según explicó Sciullo, de 21 años, "a las tres horas de estar dándole la cosa se puso difícil". Al ser consultado acerca de qué lo estimuló a someter a su humanidad a semejante prueba, el joven contestó que "quería saber si podía".
Al haber completado la proeza de eliminar esta montaña de carne, pan, lechuga, mayonesa, queso, pimientos, ketchup y mostaza en menos de cinco horas el devorador se hizo acreedor del premio: 400 dólares, tres camisetas, un certificado y un dolor de estomago que le duró varios dias.