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El sonido de Placebo que estrena su álbum Meds

Laura Moreno
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Algunos demoran años en conseguir aquello que es obsesión, desvelo y quimera artística: el sonido propio. Placebo (Londres, 1994) es una de esas bandas atípicas que resolvió el asunto muy tempranamente y de manera literal. Aunque todavía ligado a las claves del pop británico de primera mitad de los 90 (brit pop para los enciclopedistas), su homónimo debut de 1996 ya exhibía un par de sellos característicos: el timbre de Brian Molko (como un Geddy Lee convertido al credo del glam, Bowie y The Cure), el pulso machacante de Steve Hewitt en la batería y la alternancia entre pasajes eléctricos y otros de bucólica resolución.

La fórmula, novedosa a medias, decantó en un disco con los mejores sencillos del grupo a la fecha -Without You I’m Nothing (1998)- y una réplica que acentuó el tono efectista -Black Market Music (2000)-. Pero de ahí en más, Placebo se ha vuelto una banda perezosa, incapaz de generar nuevos compases y acomodada en el nicho que le he ha sido más rentable.

Sonido propio es una cosa, autoplagio es otra. En Meds, Placebo tiene sólo sencillos prescindibles y suenan como un resumen de todo lo que han hecho antes. Molko, holgazán como pocos, repite una y otra vez el esquema de su fraseo, como si entonase siempre la misma melodía (Drag y Blind son buenos ejemplos), y la fórmula del ruido y la calma, llega a la caricatura en Because I Want You.

Tomado de tercera.cl

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