Según informó esa universidad, Quiroga tomó muestras de saliva de 22 parejas de bailarines de tango e investigó posteriormente su composición química.
Para investigar si el efecto del tango derivaba de la música, del movimiento o del roce con la pareja, Quiroga analizó cada factor por separado y en diversas combinaciones.
Su trabajo determina que la reducción de la hormona del estrés se consigue principalmente a través de la música mientras que la subida de la testosterona es producto del baile y del contacto con el compañero.
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